Hoy quiero enseñaros una idea casera para hacer regalitos que vuestros peques puedan llevar al colegio en el día de su cumpleaños. Cada vez hay más centros que nos piden a los padres que no llevemos chucherías y esta es una alternativa original con la que los profesores, vuestros hijos, sus compañeros e incluso los padres de estos quedarán encantados.
Mi niña nació con una tremenda
fisura de paladar. Alimentarla resultó complicado sus primeros meses. De cara a
las operaciones necesitaba alcanzar un peso y nos recomendaron que no la
lleváramos a la guardería para evitar contagios de catarros y gastroenteritis
que dificultaran más el llegar al dichoso peso mínimo. Cuando por fin la
pudimos llevar, después de pasar por quirófano varias veces, fue maravilloso
para nosotros. Son esas ironías que tiene la vida: lo que para algunos padres
resultaba traumático (lloraban padres e hijos a la entrada del centro escolar)
fue uno de esos días felices que aún hoy recordamos con ilusión. Os cuento todo esto para
que entendáis que, para el primer cumpleaños de la peque en la guarde, tenía
que preparar algo especial. Fue entonces cuando me ocurrió la idea de regalar
plantitas personalizadas. A los niños les encanta el tener la oportunidad de
cuidar un ser vivo, me pareció original y así evitaba las chuches.
Para llevar a cabo esta idea vais
a necesitar:
- Tazas para usarlas como macetas
- Sustrato
- Piedras para drenar la planta
- Legumbres (yo lo hice con judías blancas), tantas como plantitas hagan falta
- Pegatinas o ilustraciones para la decoración de las macetas
- Lazos
Tened en cuenta que es un
proyecto que hay que empezar unas tres semanas antes de la fecha del
cumpleaños. En primer lugar tenéis que cubrir una bandeja con una buena capa de
papel de cocina o algodón y humedecerlo. Colocad las judías sobre el papel,
separadas unas de otras, y cubridlas con una nueva capa de papel o algodón
también humedecido. En solo unos días veréis como germinan y os crecen unas
preciosas plantitas. Acordaros de mojar el papel casi cada día para que no se quede
nunca seco, pero sin encharcarlo. En dos semanas las judías serán unos brotes
de unos centímetros de altura.
Durante esos días de espera
podéis aprovechar para decorar las macetas. En mi caso usé unas tazas blancas
que encontré muy baratas en un centro comercial. Seguro que, si lo pensáis un
poco, se os ocurren mil ideas para conseguir unos recipientes bonitos como
yogures o vasos de plástico que podéis decorar con pegatinas o pintar. A mí me
dio por las setas. Imprimí las setas que necesitaba en folios y, además, para
que fuese un recuerdo personalizado, imprimí la fecha y el nombre de cada uno
de los compañeros de la peque.
Después de recortar las
ilustraciones (y con las tazas bien limpias) las fui pegando con un pincel
impregnado en cola blanca (de la que se vuelve transparente al secarse). Una
vez seco el pegamento, apliqué varias capas más como protección.
Una semana antes del ‘día c’ hay
que mancharse las manos. Le toca el turno a la jardinería. Se colocan unas
piedrecitas en cada taza (que servirán para drenar el agua sobrante del riego)
y, a continuación, se llenan de sustrato hasta algo más de la mitad. Meted
entonces una judía por maceta hundiendo bien las raíces en la tierra y echáis
más sustrato hasta llenar la taza. ¡Y ya tenemos nuestra plantita!
Para que el resultado sea mejor,
dejad que crezcan durante unos días. Lucirán mucho más. Antes de entregarlas
colocad los lazos en las asas de las tazas.
En la guardería de mi niña
triunfaron. ¡Ah! Y plantamos una judía en una maceta grande para la clase.
Todos se fueron a casa encantados con su detalle y, meses después, algunos
padres me contaban que las judías seguían creciendo.
¿Os animáis?
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