Supongo que en estos días vuestros hijos se han llenado de juguetes al igual que mi peque, que ha llegado a la quincena de regalos (prometo que la mayoría no son míos) y que, ahora mismo, no recuerda más de dos. Ante la invasión de juguetes del siglo XXI os proponemos que este fin de semana volváis la mirada al elemento base de nuestro planeta: el agua. Hoy os traemos varios experimentos que podéis hacer junto a los niños y así, además de divertirse, aprenderán algunas pequeñas nociones del comportamiento de este líquido.
El agua que camina. Colocamos dos filas de vasos transparentes a
distintas alturas, los llenamos de agua y echamos unas gotitas de colorante
alimenticio. Elaboramos unas tiras de papel de cocina y las colocamos
comunicando los vasos por parejas introduciendo un extremo de cada tira en el
agua coloreada. Podremos observar cómo el color sube por el papel y avanza por
el camino de papel de cocina.
Un tornado dentro de un bote. Necesitamos un bote de cristal grande
que llenaremos de agua casi hasta arriba, añadimos un chorrito de detergente
friegaplatos y un toque de brillantina (no es obligatoria, pero queda muy
bonita y nos ayudará a ver el tornado). Ahora solo tenemos que mover el bote en
movimientos circulares y suaves y… ¡ahí está!
Lluvia en la cocina. No son goteras, es física. También nos hará
falta un tarro de cristal grande (podemos usar el mismo que en el experimento
anterior). Lo llenamos de agua hirviendo y lo tapamos con un plato. Si encima
de este colocamos hielo, el choque de temperaturas hará que la condensación
cree gotitas que parecen lluvia. ¿Lo habéis conseguido?
Xilófono acuático. Esto lo hemos probado todos y suena genial.
Ahora les toca a los pequeños y, para hacerlo más vistoso, colorante en el
agua. Recordad que el truco está en mojar la punta de los dedos antes de
deslizarla por el filo de los vasos.
El vaso que no se vacía.Para este
último experimento es importante buscar un vaso con la boca estrecha y una
carta (un naipe). Llenamos el vaso todo lo que podamos, bien hasta el borde, y
colocamos la carta como si lo tapáramos, muy suavemente. Después podemos volcar
el vaso poco a poco (si desconfiáis, mejor hacerlo con un cuenco debajo o en el
fregadero) y veremos que el vaso no se vacía. La carta es suficiente para
retener el agua. ¡Magia!
¿Os animáis?
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