Sí, lo confieso, soy una maniática de la limpieza. No puedo reprimirlo, y especialmente cuando tiene que ver con las manos de mi hija, si además luego se va a tocar la boca y correr algún tipo de riesgo de coger una infección, virus, bacteria o lo que sea.
Así que con la llegada del verano y las actividades al aire libre comienza una lucha a la que cada año trato de prestarle menos atención - aunque reconozco que me cuesta - La tierra del parque, las hojas de los árboles, el agua de las fuentes... para los niños todo puede ser el mejor juguete del mundo (y me parece genial, que quede claro!), pero son objetos que en su mayoría no pasarían un control de sanidad. Como se que contra los juegos y "juguetes" de verano ni puedo ni quiero luchar, he decidido declararles la guerra a los microbios de otra forma ¿Cómo? Pues convirtiendo la obligación de lavarse las manos en parte del juego. ´¿Queréis verlo? Sigue leyendo.